Carta Episcopal - Reges Terrae - Ante el Fallecimiento de S.M. Isabel II Reina de Inglaterra

Carta Episcopal
- Reges Terrae -
Ante el Fallecimiento de S.M. Isabel II
Reina de Inglaterra


A los Reverendísimos Padres, Seminaristas y Fieles Laicos Incardinados:

1 - Los Reyes de la tierra y todos los Pueblos - (Ps. 148, 11): -mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y los necios y legan sus riquezas a extraños. El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países - (Ps. 48, 11 - 12). Que el Señor, Único Rey y Señor de la Vida y de la Historia, nos encuentre velando y preparados para el día santo y terrible en que debamos de dar cuentas, nadie se habrá de salvarse del paso de la muerte, justos y pecadores, inocentes y culpables, todos habremos de ser llamados ante el Tribunal de Cristo a rendir hasta la ultima cuenta de nuestras acciones. 

2- Cuanto mayor sean los puestos que la Providencia nos ha confiado, tanto mayor y riguroso será nuestro examen ante el Juez Justo y Santo. En aquel día una corona, un título, una Mitra, no lucirán para muchos que los han ostentado, por el contrario, serán de un peso inimaginable ahora, porque el Señor nos mostrará sin velos ni justificaciones el bien o el mal que obramos con ellos. ¡Ay de nosotros si mal obramos con ellos! Más nos valdría entrar sin ellos al lugar de la Salvación que ir con ellos al lugar del castigo en el fuego que no se extingue.

3 - Siempre, la muerte de un Regente es motivo de expectación y de reflectores, un recuerdo de lo bueno o malo que desempeñaron durante su ejercicio en el Poder Temporal que les fue confiado. A la muerte, la miseria y la vanidad se hacen evidentes, que ni el dinero ni el poder nos libra de este paso.

4 - La Santa Madre Iglesia Católica, con la Autoridad Divina que le fue confiada por el Señor y Salvador, Cristo Rey Supremo, a lo largo de los siglos, Consagró Reyes para el Servicio de las Naciones. Por la soberbia, no pocos de estos mismos, habiendo traicionado su deber y profanado su propia Unción del Aroma Perfumado del Crisma, tajaron sus ramas del árbol de la vida que la Santísima Trinidad comunica por medio de su Esposa la Iglesia, y se unieron a la rebelión del diablo haciendo doctrinas a su conveniencia y que se ciñeran según sus antojos y pasiones. Como lo vemos palpable en aquel regente de Inglaterra: Enrique VIII al separarse en la soberbia y el querer romper el Sacramento del Matrimonio. Separación que por desgracia subsiste hasta nuestros días por medio del Herético Anglicanismo.

5 - Hoy contemplamos con sorpresa, la muerte de uno de sus Sucesores más notables del Siglo XX y el Siglo XXI que hoy nos corre velozmente, la Hoy finada Isabel II. Y se nos recuerda aquel saludo del protocolo que reza: - Dios Salve a la Reina -, y ciertamente, abandonarla a la Misericordia. Su muerte, nos muestra la fragilidad de la persona humana aún en el poder, pero también nos muestra en su vida, en muchos aspectos, la mezquindad del corazón humano y hasta qué limites se pueden exceder para lograr los fines deseados. Sin duda, la Reina Isabel II, marca una era, la era Isabelina que dejará una huella profunda en la vida e historia de su nación, también el mundo se verá salpicado por esas acciones que ella vivió como Jefa de Estado, termina con ella una era en la historia mundial, de las últimas gobernantes que permanecieron fieles a sus ideas. Y que muchas de ellas, no fueron para exaltar sino el egoísmo y la veleidad, siendo - Fidei Defensor - de la Herejía Anglicana, fue la misma que la corrompió por medio de la “ordenación” plenamente invalida de mujeres, aunado a la invalida Ordenación y Consagración de “Obispos” Anglicanos, la exaltación de la demoniaca masonería anglosajona, la promoción del aborto. 

6 - Hoy podemos decir: - Dios tenga Piedad de la Reina -. Que este acontecimiento, sin duda histórico, nos enseñe a estar preparados, a velar realmente por la integridad de la Fe Santa y Católica que hemos recibido. 

7 - Orar por las Naciones, por los quelas gobiernan, para que sea aceptado el Yugo Suavísimo de Jesucristo, Único Verdadero Rey y Señor de la Historia.

Dado a los IX días del mes de septiembre, del Año del Señor MMXXII.




Yo, Mauricio, por la Gracia de Dios
Obispo de la Iglesia Católica
Administrador Apostólico de la 
Administración Apostólica Personal + Corpus Chisti +




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